La
verdad es que no es este ni mucho menos el número de accionistas de la red
social, pero sí que puede servir el enunciado para mostrar el descontento de
muchos de los inversores que acudieron a
la colación de la compañía en bolsa y que en unos pocos meses les ha llevado a pérdidas de más del 50% de
la inversión inicial. De hecho han surgido incluso algunos fondos de pensiones
norteamericanos que se han planteado denunciar a la compañía de Mark Zuckerberg
por falsa información en la documentación de la colocación. Pero, ¿qué es lo
que ha pasado para que una compañía de éxito como Facebook se encuentre en esta
situación bursátil?
La
famosa frase de que “solo el necio confunde valor con precio” tiene mucho que ver.
El pinchazo de la burbuja tecnológica en 2001 vacunó a los inversores sobre las
salidas a bolsa, especialmente de las
empresas relacionadas con Internet. Sin embargo sí que ha habido empresas de
éxito, como el caso de Google, cuyos propietarios decidieron sacarla al mercado
y se convirtieron en algunas de las personas más ricas del mundo.
En
el caso que nos ocupa hubo bancos colocadores e inversores que volvieron a caer
en errores del pasado, al tratar de valorar una empresa por un futuro
previsible, pero sin tener en cuenta los datos del presente. Facebook nació más
como un medio de comunicación que como una empresa que explotase un nicho de
negocio hasta ahora inexistente. En poco tiempo ha conseguido centenares de
millones de usuarios, pero en el momento de su salida a bolsa no tenía claro
cual era su modelo de negocio. De hecho hasta esta semana Zuckerberg no ha
había hablado, no solo de que va a mantener la totalidad de sus acciones
durante al menos un año, sino de que van a empezar a centrar sus esfuerzos en
el área de la telefonía móvil.
Conviene
a la hora de acudir o no a una salida a bolsa, en primer lugar conocer bien el
objeto social de la nueva compañía que va a cotizar. Saber si ya es un negocio
boyante o está en fase de crecimiento y todavía va a necesitar aportaciones de
capital, pero sobre todo si el precio de salida descuenta ya la actualización
de los flujos de caja futuros, está sobrevalorado o infravalorado. Lógicamente
todas estas cosas no están al alcance de cualquiera, por lo que conviene
consultar con las opiniones de las casas de análisis. Conviene descartar las
recomendaciones de las entidades colocadoras, porque buscan que la salida sea
un éxito y se coloque la mayor cantidad de acciones al mayor precio posible.
Además, un buen indicador para acudir es ver si existe unanimidad o una fuerte
mayoría sobre la conveniencia de comprar la nueva cotizada. En caso contrario,
cuando existe división de opiniones o cuando se recomienda acudir pero solo si
la compañía baja el precio de salida conviene no arriesgar los ahorros. Esto
último es lo que ha ocurrido con Facebook, donde a ambos lados del Atlántico
los analistas no se ponían de acuerdo sobre la bondad del precio y de la
colocación de la entidad, existiendo fuertes divergencias entre ambas
opiniones.
Por
último una recomendación en estos casos. Cuando una compañía pierde un 50% en
su valor, para volver al precio inicial no tiene que crecer un 50% su
cotización, sino que tiene que duplicarse. Si una salida a bolsa no ha sido
satisfactoria y nos ha causado pérdidas, es más recomendable hacer minusvalías
y buscar otra acción con mayor potencial de crecimiento que esperar en la misma
compañía hasta recuperar nuestra inversión.
Analistas Mirodinero