Desde el agosto de 2007 se han concatenado varias crisis financieras. Resumiendo mucho, se crearon activos tóxicos, se concedió crédito a ex-puertas, se estimuló la contratación de activos financieros que inflaron su precio, se ocultó el déficit de Grecia, se invirtió en pisos que son activos que no generan renta.
¿Quién provocó todo esto?
Hay varios causantes.
El primero, la desinformación y la codicia de los ciudadanos
El segundo, la codicia de los bancos que otorgaron créditos sin control
El tercero, la llamada ingeniería financiera que creó productos cuyo principal objetivo es el trasvase de renta.
El cuarto, la arraigada concepción de que los mercados financieros son un lugar donde se va y se ganan unos durillos comprando barato y pasando el muerto a otro que compra más caro.
El quinto, los derivados financieros que amplificaron el desajuste del crédito, dando más crédito gratis a los incautos que los utilizan.
El sexto, la poco previsora acción de los gobiernos que aplaudían la actividad económica sobrecargada por el crédito y que, sobre ella, cuadraban déficits ocultos imposibles de arreglar con una actividad económica sostenible. Además, en España, el pernicioso papel de la ley del suelo fue letal para nuestro país.
La situación ha devenido en un déficit público desbocado por la falta de actividad, estructuras de gasto público locas por gastos absurdos, dinero hundido en pisos que no generan nada, deudas hipotecarias elevadas contra la compra de activos inflados que ya no valen ni la mitad, paro, empresas endeudadas después de haber apostado por el crecimiento.
Para solucionar el desbarajuste.
Se pide que se paguen las deudas. Correcto.
Se salva el sistema financiero, porque si este cae, el país desaparece del mapa. Correcto, pero esto genera un agravio comparativo con ciudadanos y empresas.
Se piden ajustes a los ciudadanos para que el déficit público se reduzca a costa de grandes sacrificios. Aquí empiezan los problemas. La urgencia pide que se haga lo más rápido (subir impuestos, recortar gasto social en pensiones, sanidad, etc.). Pero, quedan otras áreas que también son deficitarias y no sufren tantos recortes tan rápidamente (empresas públicas, estructura anquilosada de la administración, excesiva cantidad de políticos, etc.).
Ahora bien, no es tiempo de quejarse. Es tiempo de estudiar y trabajar duro. En España, somos especialistas en pegarnos tiros en el pie (secesiones varias, nulo debate social, falta de respeto a nivel generalizado, estructura administrativa hipertrofiada, horrendo fracaso escolar, mayoría de jóvenes que quieren ser funcionarios).
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