Los
activos invertidos en planes de pensiones individuales continúan descendiendo.
La principal causa una vez más es la pérdida de valor de los activos en los que
invierte, que se está resintiendo del mal momento que vive la renta variable,
pero en este año 2012 también son significativas las pérdidas en renta fija.
El
porqué es la gran exposición de estos productos a la deuda española. Los
gestores están acostumbrados a utilizar nuestra deuda pública como un activo
seguro en el que refugiarse de las incertidumbres de los mercados y de paso
asegurar la posición de cuenta de los partícipes. Sin embargo la crisis de la
deuda española les ha pillado con el pie cambiado y apenas se ha reducido la
exposición a nuestra deuda tras las continuas rebajas de su rating y la
elevación de los tipos, que a diez años ha superado el 7%. Es más, en bastantes
ocasiones se ha seguido comprando deuda española. Una de las causas es que la
mayoría de las gestoras de planes de pensiones dependen de entidades bancarias,
y éstas están aumentando su posición en deuda pública española en los últimos
meses, fundamentalmente acudiendo a las nuevas subastas. Los bancos no se
quedan con los Bonos y Obligaciones del Estado para ellos solos, sino que
tratan de colocarlos entres sus clientes y por supuesto en sus entidades de
inversión colectiva (gestoras de fondos de inversión y de planes de pensiones).
Pero
también hay otros motivos que han influido en la disminución del patrimonio,
como por ejemplo la disminución de aportaciones. Según datos de VDOS, éstas han
caído un 9,8% durante el año 2011, y la tendencia continúa. Detrás de esto está
principalmente la iliquidez de las aportaciones. Este dinero no se puede tocar
hasta la jubilación, salvo caso de fallecimiento, enfermedad grave o paro
prolongado, y con la que está cayendo la gente se piensa dos veces inmovilizar
sus ahorros sabiendo que en cualquier momento los van a poder necesitar.
También la crisis ha hecho mella en muchos inversores que habitualmente
destinaban todos los años dinero a su plan de pensiones pero que en la
actualidad no son capaces de ahorrar. Por último, el tratamiento fiscal no
apuesta por estos productos y no parece que vaya a haber cambios legislativos
favorables en este sentido.
Una
causa adicional es el aumento de las prestaciones. Por un lado, cada año es
mayor el número de partícipes que se jubila y rescata su plan. Estas salidas no
son compensadas por nuevas incorporaciones, ya que de una parte, se está
notando la distribución poblacional por edades en España, cada vez más lejos de
la forma de pirámide, y de otra, con la crisis, muchos posibles inversionistas
en planes de pensiones se han retraído y han dejado su entrada en este producto
para mejor ocasión. También empiezan a ser significativos los inversores que
solicitan el rescate por paro de larga duración.
Por
último no conviene olvidar la fata de interés (en general, y principalmente de
los grupos bancarios) del sector en satisfacer las necesidades del partícipe,
mientras que utilizan estos productos como una forma más de mejorar los
márgenes del grupo. Así durante 2011 y a pesar de las pérdidas generalizadas en
rentabilidad, las gestoras aumentaron la comisión media del 1,46% al 1,52%. Y
en este año los esfuerzos comerciales se están centrando en el lanzamiento de
nuevos productos garantizados, unos fondos que no benefician en nada al
inversor, pero que sí que son muy rentables para la gestoras, porque por un
lado mantienen cautivo al partícipes mientras dura la garantía (evitando que
puedan traspasarlo a otro fondo de la competencia) y generan unas importantes
comisiones de gestión durante la vida del fondo por no hacer nada, ya que la
cartera no varía mientras dura el periodo de garantía.
Si
usted está pensando en abrir un plan de pensiones o en traspasar el que ya
tiene a otra entidad, antes de tomar una decisión definitiva consulte con un
asesor financiero independiente. Él le informará de si el producto elegido
coincide con su perfil inversor, si es adecuado para su edad, si la gestión en
el pasado ha sido recompensada con una rentabilidad aceptable para el partícipe
y si las comisiones que le van a cobrar son adecuadas o por el contrario
resultan excesivas.