Todos
somos conscientes de que España está atravesando por una situación delicada,
entrando en una segunda recesión cuando todavía no se ha recuperado de la que
prácticamente acabamos de dejar, con un déficit público importante, con una
deuda pública que no para de crecer y que tenemos que financiar a unos tipos de
interés muy altos para nuestro entorno. A todo esto hay que añadir que nos
encontramos con un nivel de paro del 23% y con el sistema bancario atenazado
por la mora y por las pérdidas todavía no afloradas de su inversión en inmobiliario.
Con este panorama la primera impresión es salir corriendo y no parar hasta que
nuestro dinero llegue a Suiza por lo menos, y puede que sea lo que estén
haciendo compatriotas nuestros si nos atenemos a la disminución de los
depósitos que se ha producido en lo que llevamos de año.
Si
se compara lo que ha ocurrido en los mercados financieros de España y de
Alemania en los cinco primeros meses del año nos encontramos con que el Ibex 35 ha perdido casi un 29% de
su valor mientras que el Dax alemán se ha revalorizado un 6,21%, mientras que
el bono español a diez años ha pasado de una rentabilidad del 5,04% al 6,54%
(una pérdida del 7,90% en precio) y el alemán se ha movido del 1,83% al 1,20%
(un incremento del 6,57% en precio). La divergencia es clara. En Mirodinero
siempre recomendamos utilizar el sentido común a la hora de invertir, y el caso
que nos ocupa puede ser paradigmático. Lo que debemos de analizar es si el
comportamiento de los índices está justificado o no. Tenemos que analizar qué
es lo que ha pasado con las compañías, cuales han sido sus ventas, cuales sus
resultados, que previsiones de ingresos tienen para los próximos trimestres en
los mercados en los que operan y si se ha producido algún hecho extraordinario
que haya podido influir en la cotización. Con este ejercicio, nos encontramos
con que a grandes rasgos, en el Dax no encontramos muchas acciones que nos
sorprendan, mientras que en el Ibex sí que podemos identificar una serie de
acciones que se han visto penalizadas en mayor medida por su adscripción a la
marca “España” en valores que poco o nada tienen que ver con el mercado
español. Así los mejores valores del Ibex, Grifols y Amadeus, obtienen la
mayoría de su financiación fuera de nuestro país, y no se han visto afectados
por el desplome del Ibex. Pero sí que hay otra serie de multinacionales
(Telefónica, BBVA, Repsol, Técnicas Reunidas, Santander, Ferrovial, Inditex…)
para las que su cotización no ha ido en línea con los resultados y noticias
corporativas que íbamos conociendo y en mayor o menor medida ofrecen descuentos
interesantes sobre la cotización que deberían tener en función de un análisis
fundamental.
Para
la renta fija pública, el análisis es más complicado. Por un lado, la deuda
alemana no ofrece nada de valor. No es capaz ni siquiera de obtener una
rentabilidad que supere a la inflación en ningún plazo. Parece que se ha
producido una huída hacia la seguridad y ha habido inversores que no les
importa no ganar dinero, con tal de asegurarse de que recuperarán su inversión
cuando llegue al vencimiento. Pero por otro lado los tipos de interés de la
deuda española nos alertan de un peligro que es real. El prestar dinero al
Reino de España tiene ahora mismo un riesgo de impago (afirmar esto no quiere
decir que se vaya a producir), que además es mayor que la de la mayoría de los
países emergentes y que la de muchos “países frontera”. Para el caso de la
deuda pública es mejor acudir a países con superavit presupuestario (como por
ejemplo Noruega) o a países sin riesgo de quiebra pero con un tipo de interés
algo atractivo (Holanda, Francia, Austria…).
Por
último analicemos el caso de la renta fija corporativa. Aquí sí que encontramos
buenas compañías nacionales que han visto rebajado su rating por ser españolas
que no tienen problema para hacer frente a sus deudas en los próximos años.
Estamos hablando de empresas como Repsol, Telefónica, Gas Natural, Iberdrola…
que a cuatro o cinco años están ofreciendo una rentabilidad a vencimiento por
en torno o por encima del 5%, mientras que los grandes conglomerados alemanes
apenas se acercan al 2% para el mismo plazo.
La
conclusión es que no debe asustarnos el nombre de un país a la hora de invertir
si con antelación se ha hecho un análisis serio y fundamental de la
rentabilidad y el riesgo que conlleva.
Igual que hemos hecho para España, también hay buenas oportunidades de
inversión en Italia, en Portugal… e incluso en Grecia. Si no tiene el tiempo o
los conocimientos suficientes no dude en contactar con un asesor independiente.
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