Los
fondos garantizados son ahora mismo la principal apuesta de los partícipes
dentro de la inversión colectiva, representando en la actualidad más del 40% de
patrimonio total de los fondos de inversión españoles. Como su propio nombre
indica, existe una garantía externa que asegura a los inversores que se
mantengan en ellos dentro del periodo de extensión de la garantía, una
rentabilidad determinada o por lo menos asegurarse no perder la inversión
inicial. Sin embargo con lo que está ocurriendo en España, y en especial dentro
del sector bancario, es normal que haya partícipes que tengan dudas sobre lo
que le pueda ocurrir a su inversión.
Lo
primero que tenemos que mirar es si históricamente ha sido necesario ejecutar
la garantía. La respuesta es que sí, pero que apenas es en un número
significativo. En los últimos años apenas ha habido una decena de fondos en los
que la gestora ha tenido que aportar dinero para cubrir la rentabilidad que se
ofertaba. Las gestoras planifican muy bien estos productos (para su interés,
por su puesto) y raro es el caso en el que no consiguen la rentabilidad
prometida.
Pero
la inquietud de los cerca de dos millones de partícipes, viene sobre todo de
saber qué es lo que pasa con su garantizado si la entidad bancaria en la que
tiene su fondo si esta quiebra. La cosa es muy sencilla. Los fondos de
inversión son unos activos financieros que están fuera del balance de los
bancos. Esto quiere decir que los fondos en ningún momento ni son del banco ni pertenecen
al banco. La entidad bancaria solo es la depositaria, pero las participaciones
de fondo son siempre del partícipe. Dicho de otro modo, si yo tengo X
participaciones del fondo Y que pertenece a la gestora de fondos del banco A y
están depositadas en el banco A, en cualquier momento puedo pedir que se
traslade la depositaría a la caja de ahorros B. En caso de quiebra del banco A, mi inversión
seguiría siendo la misma y podría disponer de ella desde la caja B, desde el
banco C o desde donde quiera trasladar mi inversión.
En
el caso de los garantizados pasa exactamente igual que con el resto de fondos
de inversión, pero en caso de quiebra de una entidad bancaria aquí entra en
juego el tema de la garantía. Si como suele ser normal, el fondo finaliza su
periodo garantizado cumpliendo con la rentabilidad prometida, el partícipe
obtendrá la totalidad del dinero que esperaba, pero en caso de que el valor
liquidativo no llegase al mínimo pactado, entonces el garante (que siempre es
la entidad bancaria propietaria de la gestora) debería pagar al partícipe la
diferencia. En caso de quiebra, se iría al concurso de acreedores, y los
inversores tendrían muy difícil cobrar esa diferencia, porque habría otros
acreedores (bonistas, obligacionistas) con prioridad para cobrar.
Por
último hay que tener en cuenta un riesgo que podría afectar a los garantizados,
y es que la cartera de bonos sufriese un impago o una quita antes del
vencimiento. La mayoría de los garantizados han apostado por deuda española
para asegurar la devolución del principal, que hace apenas dos años tenía la máxima
calificación crediticia. Pues bien, hoy en día existen dudas de que en los
próximos años la deuda española pueda devolver el 100%, y de hecho las agencias
de rating han bajado la calificación de la del Reino de España hasta acercarla
a la de fuera de grado de inversión. En el caso de que dentro de unos pocos
años España tuviese que hacer frente a una quita (como por ejemplo ha pasado en
Grecia), la mayoría de los fondos garantizados no podrían cumplir con su objetivo
de rentabilidad, y que el partícipe pudiese recibir el dinero esperado
dependería de la salud financiera del banco promotor del garantizado.
De
todas formas no olvidemos que los fondos garantizados no son el mejor producto
para el inversor, mientras que sí que benefician a los bancos. Ellos consiguen
mantener cautivos a los inversores con las comisiones de reembolso, mientras
que cobran una importante comisión de gestión, por algo que se hizo en el
momento del lanzamiento del fondo. Los partícipes pueden obtener mejores
rentabilidades mediante una gestión activa consultando con un asesor financiero
independiente.
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