jueves, 31 de mayo de 2012
miércoles, 30 de mayo de 2012
EL ORO, ¿REFUGIO O ESPECULACIÓN?
Uno de los enunciados clásicos de
la inversión dice que el oro es un activo que funciona como un valor refugio
cuando se produce una caída generalizada en el resto de los mercados
financieros. ¿Es cierto que sirve para preservar nuestro capital?, o ¿es un
dicho más que circulan por los mentideros bursátiles? (como “sell in May and go away” o “la
vivienda nunca baja”), en los que unas veces es verdad y otras no.
Todo tiene su origen cuando los
Gobiernos dejaron de lado el patrón oro, que les obligaba a tener como reservas
en los bancos centrales en oro un importe equivalente al dinero fiduciario en
circulación. Con esta no convertibilidad, los países podían imprimir todo el
dinero que quisiesen aunque como contrapartida tenían que bregar con la
inflación que esto llevaba aparejado. Por ello se consideraba que el oro
mantenía su valor intacto, sirviendo incluso para mantener el poder
adquisitivo. Sin embargo, después de transcurrir la segunda mitad del siglo XX
y los convulsos años de este siglo, la percepción del oro como valor refugio ha
cambiado en gran manera.
Para sacar conclusiones, lo más
clarificador es analizar cuales son los factores que intervienen en la
estimación del cual debería de ser el precio del oro. Nos encontramos, que
salvo una pequeña parte, dedicada a la fabricación de objetos de joyería, el
oro no tiene utilidad alguna. Se extrae, se funde, se le da forma de lingotes
con unas medidas y pesos determinados, y se almacena en cámaras acorazadas de
bancos, ya sean centrales o comerciales. No hay, pues, ninguna renta que
actualizar, ni alquileres, ni dividendos, ni cupones… El tener oro no reporta
ningún beneficio económico. Es más, los gastos de custodia, como nos podemos
imaginar, son mucho mayores que, por ejemplo los de los activos financieros.
Nos queda entonces, que para la
formación del precio de la onza de oro solo va a intervenir el libre juego de
la oferta y la demanda. Se trata, además, de un bien con una demanda bastante
inelástica con respecto al precio, que absorbe el incremento del stock
existente sin que se produzca una variación significativa en su precio. Con
todo esto tenemos que el precio del oro subirá si hay más personas dispuestas a
comprar que a vender y bajará en el caso contrario.
Entonces, si el tener oro no nos
genera ningún ingreso y en cambio soporta un gasto significativo, ¿cómo puede
proteger nuestra inversión? La respuesta es que no puede. Al comprar oro
apostamos que éste va a subir porque creemos que la situación económica va a
empeorar y la gente venderá activos financieros y comprará oro. Pero podemos
equivocarnos y que ocurra justo lo contrario, con lo que perderíamos dinero.
También puede ocurrir que acertemos en nuestras previsiones y… que sigamos
perdiendo dinero. El oro cotiza en dólares y en España vivimos en euros. Si el
metal amarillo se revaloriza, pero lo hace menos que el euro con respecto al
dólar, de nada nos habría servido nuestra apuesta.
En un momento como el actual, en
el que todo va mal, estamos en recesión, el Ibex 35 se desploma, la prima de
riesgo marca mínimos históricos… ¿Cómo es posible que el oro esté prácticamente
igual que hace un año? Pues en primer lugar, porque como hemos dicho, no es un
refugio, sino un mercado altamente especulativo. En
segundo lugar no es cierto que todo vaya mal. El Standard & Poor´s 500
apenas ha caído, y en renta fija, los bonos americanos y los de los países más
sanos del euro han reducido su rentabilidad a
mínimos históricos, y los diferenciales de crédito se han estrechado.
Además, muchos inversores han decidido vender euros y libras y comprar dólares.
Por último, estamos en un mundo globalizado en el que Estados Unidos y Europa
se están quedando muy rezagados con respecto a muchos países emergentes en
cuanto a crecimiento.
La conclusión es que el oro no
aporta nada a una inversión. No sabemos si va a servir como refugio en momentos
de incertidumbre o de caída de mercados financieros, y tampoco puede asegurar
el mantenimiento de nuestro poder adquisitivo. Incurrimos en unos gastos
elevados, y además corremos un riesgo adicional por la evolución del tipo de
cambio. Podemos sacar resultados parecidos invirtiendo en oro o jugando a la
ruleta en un casino.
lunes, 28 de mayo de 2012
DEUDA ALEMANA, SIGUE INFLÁNDOSE LA BURBUJA.
La que hoy en día sigue
considerándose como la inversión más segura, al menos dentro de la zona del
euro, ha traspasado ya la condición de activo refugio para cada vez más ser una
burbuja que algún día estallará. Si cogemos la curva de tipos de la deuda
pública de Alemania nos encontramos con que ésta está prácticamente a cero para
plazos iguales o inferiores a dos años y que por ejemplo a diez años, están en
el entorno del 1,35%. Estos valores no son normales y tampoco se pueden
explicar porque estemos en una época con bajos tipos de interés, ya que son muy
inferiores a los de otros países de la zona euro, como Francia o Austria, por
ejemplo, que no están atravesando grandes dificultades.
Entonces, ¿qué es lo que hay
detrás de todo esto? Pues miedo. Primero hubo miedo a que Grecia no pudiese
cumplir con sus obligaciones e incluso pudiese salir de la zona euro.
Posteriormente hubo miedo de que Irlanda y luego Portugal necesitasen ser
rescatados. A continuación fueron Italia y España las que sembraban dudas sobre
si podrían enderezar sus cuentas públicas. Y por último está el miedo a que en
Grecia se forme un Gobierno contrario a la permanencia del país en la moneda
única y a que España vaya a necesitar nuevos rescates en su sistema financiero
después de aflorar el caso Bankia. Cada vez que ha habido miedo, muchos
inversores y/o gestores profesionales han optado por vender deuda pública de
estos países con problemas (e incluso de otros como Bélgica, Austria, Francia u
Holanda), para comprar deuda alemana. De esta forma han bajado los tipos de la
deuda alemana y subido su precio, mientras que bajaba el precio de la deuda de
otros países europeos, subiendo los tipos.
Sin embargo, todo tiene un límite
y se ha llegado un momento que para el inversor no tiene nada de valor comprar
deuda alemana porque con ello prácticamente solo se puede perder dinero. La
cosa está clara en los plazos cortos, donde invertir un dinero para que en un
plazo de tiempo determinado te lo devuelvan no tiene el más mínimo sentido
financiero. En plazos más largos, todavía los tipos podrían bajar hasta el 0%
pero cuanto más bajen estos, más dura será la caída en precios. No hay que
olvidar, que por ejemplo a diez años los tipos de interés suelen moverse en
circunstancias normales entre el 4% y el 7% y si tenemos un bono con una
rentabilidad del 1,40% y los tipos subiesen hasta el 4%, nuestra inversión
valdría muchísimo menos, ya que podríamos comprar el mismo activo con una
rentabilidad mucho mayor. Si decidiésemos mantener el bono hasta vencimiento,
ganaríamos un 1,40% anual, pero tendríamos un coste de oportunidad tremendo,
porque podríamos ganar un 4% durante diez años.
Parece claro pues, que el precio
de la deuda alemana está realmente inflado y llegará un momento en que se
pinche la burbuja y los poseedores de bonos alemanes perderán dinero, pero no
sabemos cuándo va a ocurrir. Puede ser pasado mañana, si por ejemplo el BCE
empieza una compra masiva de deuda de países con problemas, puede ser en unos
trimestres, si Alemania entra en recesión, (ya lo estaría si no fuese por las
exportaciones) si el euro cambia su tendencia que acumula cuatro meses
consecutivos de bajadas. O podría ocurrir en unos pocos años, cuando los países
europeos solucionen sus problemas de déficit público y crecimiento.
Como conclusión, existen
productos más rentables en renta fija que la deuda alemana (bonos de otros
gobiernos de la zona euro, bonos en euros de compañías con buena salud
financiera…) con los que además se corre menos riesgo de perder dinero. Si no
tiene la suficiente cultura financiera consulte con un asesor independiente.
miércoles, 23 de mayo de 2012
GARANTIZADOS, NO ES ORO TODO LO QUE RELUCE
Tras
un buen año 2011 en cuanto a captación para los fondos garantizados españoles
(especialmente para los de renta fija), parece que las gestoras españolas están
volviendo a ofertar este tipo de productos en mayo de 2012. Los garantizados se
han convertido en un producto muy popular entre los partícipes españoles, como
lo demuestra que los de renta fija ocupen el primer puesto en cuanto a
patrimonio gestionado con 35.000 millones de euros (según datos de Inverco a 30
de abril) entre los distintos grupos de fondos de inversión, y los de
rendimiento variable el tercer puesto con 16.000 millones de euros.
Sin
embargo, antes de suscribir un garantizado, hay que estar muy seguro de en lo
que se está invirtiendo, de si ese es el producto que realmente necesitamos y
de si sus costes son los adecuados, porque en muchos casos, lo que hay detrás
de la compra de un fondo con garantía externa es la estrategia de captación de
una entidad bancaria que necesita cubrir unos objetivos.
Un
dato a tener en cuenta sobre los garantizados es que no siempre se puede tener
acceso a uno que te resulte interesante, ya que éstos suelen tener un periodo
de comercialización de poco más de dos meses, y están disponibles porque venza
la garantía de un fondo ya existente o porque a la gestora (generalmente de un
banco) le convenga complementar su gama de garantizados. Así nos encontramos
con que ha habido meses en el que solo se ofertaban tres garantizados, no en
una entidad, sino en toda España.
Si
no tiene acceso a un asesor financiero independiente, en Mirodinero le damos
una guía para suscribir o no este tipo de productos:
- En primer lugar, tenemos que
preguntarnos si es preciso tener inmovilizado nuestro dinero durante el tiempo
que dure la garantía. Estos fondos suelen tener importantes comisiones de
reembolso, de hasta el 5%, que debemos abonar si reembolsamos antes de tiempo,
independientemente de si el valor liquidativo genera plusvalías o minusvalías.
No debemos olvidar que hay otros activos, e incluso otros fondos, que nos
pueden dar una rentabilidad parecida pero con liquidez total.
-
En segundo lugar, saber si la garantía
que nos ofrecen es lo que andábamos buscando o no. Puede ocurrir que estemos
buscando un 3% T.A.E, mientras que lo que se nos presenta es el 105% de la
revalorización del Eurostoxx 50 durante un periodo de tiempo distinto. No
debemos olvidar tampoco que hay fondos garantizados de rendimiento variable,
que ni siquiera aseguran la recuperación de la inversión inicial.
- En tercer lugar, entender en qué
consiste la garantía. En el folleto de inversión de muchos garantizados,
disponible en la página web de la
CNMV, está explicada la garantía. No son raros los casos (de
rendimiento variable) en los que se describen distintos escenarios y varias
fórmulas matemáticas para describir la garantía, que no están al alcance de ser
entendidos por el director de sucursal bancaria medio.
- En cuarto lugar, ver el aspecto fiscal.
La ventaja fiscal que tienen los fondos de inversión con respecto a otros
productos, como los depósitos, por ejemplo, es que solo se tributa al
reembolsar el fondo, pudiendo traspasarlo a otro producto y conservando toda la
inversión. Sin embargo, existen los fondos garantizados tipo “rentas”, que con
una periodicidad determinada (habitualmente trimestral) pagan la garantía en
metálico. Esta garantía no la cobramos entera, ya que se le practica la
consiguiente retención, y al final del periodo tenemos la inversión inicial.
Un
tema fundamental es saber los costes que tienen estos fondos. Como comentábamos
anteriormente, estos fondos tienen importantes comisiones de reembolso y
suscripción, que pueden llegar al 5%, durante el periodo durante el cual dura
la garantía. Pero además, la comisión de gestión anual suele ser elevada, sobre
todo si tenemos en cuenta que una vez que se ha montado la estructura de
gestión, al inicio del periodo, la estrategia es totalmente pasiva mientras
dura la garantía.
Por
último, debemos preguntarnos si no hay otro fondo parecido pero que nos vaya a
dar más rentabilidad y/o tenga los costes más bajos. En muchos casos, la propia
gestora tiene un fondo de renta fija con una duración similar al periodo de
garantía, que tiene una comisión de gestión menor, y que al ser gestionado
activamente puede obtener en ese plazo una mejor rentabilidad (aunque sin que
esté garantizada por escrito de antemano). Para los fondos garantizados de
rendimiento variable no es tan fácil hablar de productos equivalentes, aunque
los fondos de inversión de renta fija mixta con poca exposición a la renta
variable (no más del 10% o el 15% en acciones) o los de retorno absoluto de
baja rentabilidad, por ejemplo los tipo VAR 2, podrían obtener resultados
similares, y al ser gestionados activamente tiene la posibilidad de aprovechar
mejor los movimientos de mercado.
Como
conclusión, pregúntese si realmente va a necesitar invertir en un fondo
garantizado, y si el producto que encuentra es el que más le beneficia a usted
o si por el contrario es el que más beneficia a su entidad financiera.
Fuente: Analistas Mirodinero
martes, 22 de mayo de 2012
SEGURIDAD SIN BATIR A LA INFLACION
Por primera vez en su historia
Alemania ha subastado bonos a dos años que ha conseguido colocar con cupón
cero. Esto significa que los inversores prestan su dinero al Gobierno alemán a
cambio de recibir dentro de dos años exactamente lo mismo. Esta operación, que
carece de toda lógica financiera, hay que inscribirla en el renacido temor a
que desaparezca el Euro y a que muchos Estados de la eurozonz no sean capaces
de devolver su deuda soberana. Tanto énfasis que se está poniendo en evitar
cualquier pérdida en nuestro dinero a toda costa nos ha hecho olvidar cual debe
ser, siempre y en cualquier circunstancia, el primer objetivo de una inversión:
el mantenimiento del poder adquisitivo.
Efectivamente, siempre se ha
dicho que mantener el dinero “debajo del colchón” lo conservaba pero no se le
sacaba rendimiento. Para ello había que llevarlo a un banco y prestárselo a
cambio de un tipo de interés, cedérselo a un Gobierno o a una compañía a cambio
de un cupón, o destinarlo al capital de una empresa con la esperanza de que ésta
se revalorice además de cobrar dividendos por los resultados que reparta. La
compra y depositaría de valores de renta fija lleva además aparejados unos
gastos de administración y custodia que ya convierte en negativa (nominalmente)
esta operación, pero qué podemos hacer para no obtener también una rentabilidad
real (teniendo en cuenta la inflación) negativa?
La primera posibilidad es acudir
a los bonos ligados a la inflación. Estos productos son emitidos por Estados, y
en menor medida por corporaciones, que ajustan automáticamente el cupón que
pagan con la inflación existente. Alemania es uno de los países más activos
emitiendo dicho tipo de bonos, y no tendríamos más que comprar uno con un
vencimiento en el entorno de los dos años si queremos combinar seguridad y
mantenimiento de poder adquisitivo. El principal problema es que la inflación
que se coge es la del país emisor, y la inflación española no siempre coincide
con la alemana, siendo habitualmente más alta. Al no existir en España ningún
bono ligado a la inflación, tendríamos que coger el de otro país de la zona
Euro (Francia, Italia) pero nos encontraríamos, además de con el problema de la
diferente inflación, con que no son tan fiables como Alemania.
Así que nos queda la solución de
toda la vida, asumir un poco de riesgo para obtener mayor rentabilidad. Pero no
perdamos la perspectiva y nos alarmemos con la palabra “riesgo”. A pesar de la
crisis de deuda soberana que hay en la zona euro, hay muchos países que están
lejos de quebrar o ser intervenidos, y no debe asustarnos comprar deuda de
gobiernos como el finlandés, el holandés, el francés o el austriaco, por
ejemplo, para nuestra cartera. Y en segundo lugar tenemos la deuda corporativa.
Habitualmente se le ha pedido un diferencial de crédito con respecto a la deuda
pública dado el mayor riesgo que esta representaba, pero nos estamos
encontrando con compañías, o mejor, emisiones de estas compañías, con mejores
posibilidades de ser devueltas que la propia deuda pública y que a pesar de eso
tienen que pagar una mayor rentabilidad que la de Gobierno. Hoy en día se
pueden encontrar, aunque con algo de dificultad, emisiones de renta fija a dos
años, de grandes compañías industriales, con un rendimiento similar al de la
inflación española, y con muy pocas o nulas posibilidades de que no devuelvan
el principal.
Como conclusión, no hay que
obsesionarse por evitar perder dinero a toda costa, porque estamos incurriendo
en un coste de oportunidad. Existen emisones en el mercado que nos permiten,
sino al 100% si a más del 99%, invertir en renta fija recuperando la inversión
inicial y obteniendo además un rentabilidad que pueda batir a la inflación. Si
no está muy seguro de cómo obtenerlo consulte con un asesor financiero
independiente.
Fuente: Analistas Mirodinero
lunes, 21 de mayo de 2012
¿SIRVEN PARA ALGO LAS AGENCIAS DE RATING?
Recientemente la agencia de calificación
crediticia Moody´s ha rebajado entre uno y tres escalones la calificación que
otorga a los dieciséis mayores bancos españoles. La agencia atribuye estas
rebajas a las condiciones adversas de la economía española, a la menor
solvencia de la deuda soberana y al rápido deterioro de la calidad de los
activos de estas entidades y la menor capacidad de estas empresas para
financiarse en el mercado. Hasta aquí todo correcto. Se puede discrepar o estar
de acuerdo con las explicaciones que dan, pero en principio parece una decisión
bien razonada. Sin embargo, se complementan estas explicaciones afirmando que
al igual que Standard & Poor´s hace pocas semanas, la rebaja se produce de
forma automática como consecuencia de la degradación de la deuda del Reino de
España y no motivada por la dinámica de cada una de las entidades. Además, esta
decisión está en línea con la que la propia Moody´s realizó también hace pocos
días con los principales bancos italianos.
Después de leer esta segunda explicación nos
asaltan las dudas sobre la utilidad de las agencias de rating. Lo primero que
hay que mencionar es que éstas tienen la política de no calificar a ninguna
deuda corporativa mejor que la del país donde tiene la sede fiscal. Esta
política, a día de hoy, y tras la crisis de deuda soberana que han vivido
varios países de Europa, ha dejado de tener sentido. La razón es obvia, el
objeto de una agencia de calificación crediticia es informar de la calidad de
cada emisión que califican. Si empiezan a tener en cuenta consideraciones
totalmente ajenas, ¿para qué sirven sus servicios? ¿Quién va a tener en cuenta
sus recomendaciones? ¿Quién les va a tomar en serio? Si no cambian de política,
van a conseguir que sus propios clientes (las compañías que emiten deuda) no
acudan más a ellos ya que la información está sesgada.
Veámoslo con un ejemplo reciente. La más
importante bajada en la calidad del riesgo ha sido de las tres mayores
entidades (Santander, BBVA y Caixabank) a las que se les ha reducido en tres
escalones. De esta forma se equipara con la deuda de España. Si analizamos por
ejemplo a Santander, nos encontramos con una compañía que tiene únicamente el
12% de sus ingresos en España, y si empezamos a analizar sus cuentas vemos que
trimestre a trimestre está dotando importantes provisiones para hacer frente al
problema de los créditos dudosos en España (en el último trimestre ha dotado
más de 3.000 millones de euros), y aun así le quedan unos beneficios netos
superiores a 2.000 millones de euros. Con estas cifras, ¿puede explicar alguien
de Moody´s porqué rebaja tres escalones el rating de Santander? ¿Es que ahora
va a tener más dificultades para pagar su deuda que hace unos días? Si no hay
más explicación que la entrada en recesión de España y el deterioro de su
Economía y de las dificultades del sistema bancario español en general,
permítannos que no tomemos en serio sus recomendaciones a partir de ahora.
Analista Mirodinero
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