Por primera vez en su historia
Alemania ha subastado bonos a dos años que ha conseguido colocar con cupón
cero. Esto significa que los inversores prestan su dinero al Gobierno alemán a
cambio de recibir dentro de dos años exactamente lo mismo. Esta operación, que
carece de toda lógica financiera, hay que inscribirla en el renacido temor a
que desaparezca el Euro y a que muchos Estados de la eurozonz no sean capaces
de devolver su deuda soberana. Tanto énfasis que se está poniendo en evitar
cualquier pérdida en nuestro dinero a toda costa nos ha hecho olvidar cual debe
ser, siempre y en cualquier circunstancia, el primer objetivo de una inversión:
el mantenimiento del poder adquisitivo.
Efectivamente, siempre se ha
dicho que mantener el dinero “debajo del colchón” lo conservaba pero no se le
sacaba rendimiento. Para ello había que llevarlo a un banco y prestárselo a
cambio de un tipo de interés, cedérselo a un Gobierno o a una compañía a cambio
de un cupón, o destinarlo al capital de una empresa con la esperanza de que ésta
se revalorice además de cobrar dividendos por los resultados que reparta. La
compra y depositaría de valores de renta fija lleva además aparejados unos
gastos de administración y custodia que ya convierte en negativa (nominalmente)
esta operación, pero qué podemos hacer para no obtener también una rentabilidad
real (teniendo en cuenta la inflación) negativa?
La primera posibilidad es acudir
a los bonos ligados a la inflación. Estos productos son emitidos por Estados, y
en menor medida por corporaciones, que ajustan automáticamente el cupón que
pagan con la inflación existente. Alemania es uno de los países más activos
emitiendo dicho tipo de bonos, y no tendríamos más que comprar uno con un
vencimiento en el entorno de los dos años si queremos combinar seguridad y
mantenimiento de poder adquisitivo. El principal problema es que la inflación
que se coge es la del país emisor, y la inflación española no siempre coincide
con la alemana, siendo habitualmente más alta. Al no existir en España ningún
bono ligado a la inflación, tendríamos que coger el de otro país de la zona
Euro (Francia, Italia) pero nos encontraríamos, además de con el problema de la
diferente inflación, con que no son tan fiables como Alemania.
Así que nos queda la solución de
toda la vida, asumir un poco de riesgo para obtener mayor rentabilidad. Pero no
perdamos la perspectiva y nos alarmemos con la palabra “riesgo”. A pesar de la
crisis de deuda soberana que hay en la zona euro, hay muchos países que están
lejos de quebrar o ser intervenidos, y no debe asustarnos comprar deuda de
gobiernos como el finlandés, el holandés, el francés o el austriaco, por
ejemplo, para nuestra cartera. Y en segundo lugar tenemos la deuda corporativa.
Habitualmente se le ha pedido un diferencial de crédito con respecto a la deuda
pública dado el mayor riesgo que esta representaba, pero nos estamos
encontrando con compañías, o mejor, emisiones de estas compañías, con mejores
posibilidades de ser devueltas que la propia deuda pública y que a pesar de eso
tienen que pagar una mayor rentabilidad que la de Gobierno. Hoy en día se
pueden encontrar, aunque con algo de dificultad, emisiones de renta fija a dos
años, de grandes compañías industriales, con un rendimiento similar al de la
inflación española, y con muy pocas o nulas posibilidades de que no devuelvan
el principal.
Como conclusión, no hay que
obsesionarse por evitar perder dinero a toda costa, porque estamos incurriendo
en un coste de oportunidad. Existen emisones en el mercado que nos permiten,
sino al 100% si a más del 99%, invertir en renta fija recuperando la inversión
inicial y obteniendo además un rentabilidad que pueda batir a la inflación. Si
no está muy seguro de cómo obtenerlo consulte con un asesor financiero
independiente.
Fuente: Analistas Mirodinero
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