La inversión en renta variable ha
de tener un periodo de maduración y no conviene dejarse llevar por el corto
plazo y mucho menos por el cortísimo plazo, como puede ser tomar varias
decisiones de inversión en un solo día. Tras un análisis riguroso (si no se
tiene tiempo o conocimientos lo mejor es buscar un asesor independiente) de una
acción, en el que hay que tener en cuenta la composición de su balance, cuales
son los fondos propios que tiene, el flujo de caja libre que genera, la deuda a
corto y largo plazo y los beneficios que obtiene, viene la parte más
complicada, que es estimar cual va a ser el crecimiento futuro de la compañía y
descontarlo (esto es valorarlo) a precios de hoy. Habrá que ser conservador en
las estimaciones, ya que no siempre es fácil saber todas las variables que
vamos a encontrar en un futuro.
Una vez hecho este análisis queda comprobar a
qué precio cotiza dicha compañía y ver si la diferencia es lo suficientemente
sustancial para que merezca la pena invertir sin estar pendientes de cual es la
evolución de la bolsa, de un índice en concreto, de un sector o de un dato
macroeconómico. Simplemente hay que esperar y, si no se producen variaciones
importantes en la compañía, esperar a que la cotización se aproxime al precio
objetivo para venderla.
Frente a esta estrategia inversora, está la de comprar
y vender rápidamente cuando se ha hecho un pequeño beneficio o cuando preveamos
que la acción vaya a bajar por movimientos tendenciales o bruscos de las
bolsas. En este segundo caso no sabemos si estamos comprando o vendiendo barato
o caro, pero sí hay que tener en cuenta una cosa, que alguien gana con esta
estrategia: los brokers, y los gestores de patrimonio en caso de que se trate de
una cartera gestionada.
A un inversor es difícil de explicar como es posible
que, como por ejemplo ha pasado en la segunda sesión bursátil del mes, haya que
vender una acción comprada el mismo día, y que llevaba una importante
revalorización diaria pasadas las cuatro de la tarde, porque el dato del ISM
servicios de Estados Unidos ha decrecido más de lo esperado. Estrategias de
este tipo, a la larga, no suelen dar buenos resultados porque lo que ocurre es
que se compensan los aciertos con los errores, y al cliente final le queda
haber pagado los gastos de intermediación, que van a parar a los bolsillos de
los brokers.
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