Uno de los enunciados clásicos de
la inversión dice que el oro es un activo que funciona como un valor refugio
cuando se produce una caída generalizada en el resto de los mercados
financieros. ¿Es cierto que sirve para preservar nuestro capital?, o ¿es un
dicho más que circulan por los mentideros bursátiles? (como “sell in May and go away” o “la
vivienda nunca baja”), en los que unas veces es verdad y otras no.
Todo tiene su origen cuando los
Gobiernos dejaron de lado el patrón oro, que les obligaba a tener como reservas
en los bancos centrales en oro un importe equivalente al dinero fiduciario en
circulación. Con esta no convertibilidad, los países podían imprimir todo el
dinero que quisiesen aunque como contrapartida tenían que bregar con la
inflación que esto llevaba aparejado. Por ello se consideraba que el oro
mantenía su valor intacto, sirviendo incluso para mantener el poder
adquisitivo. Sin embargo, después de transcurrir la segunda mitad del siglo XX
y los convulsos años de este siglo, la percepción del oro como valor refugio ha
cambiado en gran manera.
Para sacar conclusiones, lo más
clarificador es analizar cuales son los factores que intervienen en la
estimación del cual debería de ser el precio del oro. Nos encontramos, que
salvo una pequeña parte, dedicada a la fabricación de objetos de joyería, el
oro no tiene utilidad alguna. Se extrae, se funde, se le da forma de lingotes
con unas medidas y pesos determinados, y se almacena en cámaras acorazadas de
bancos, ya sean centrales o comerciales. No hay, pues, ninguna renta que
actualizar, ni alquileres, ni dividendos, ni cupones… El tener oro no reporta
ningún beneficio económico. Es más, los gastos de custodia, como nos podemos
imaginar, son mucho mayores que, por ejemplo los de los activos financieros.
Nos queda entonces, que para la
formación del precio de la onza de oro solo va a intervenir el libre juego de
la oferta y la demanda. Se trata, además, de un bien con una demanda bastante
inelástica con respecto al precio, que absorbe el incremento del stock
existente sin que se produzca una variación significativa en su precio. Con
todo esto tenemos que el precio del oro subirá si hay más personas dispuestas a
comprar que a vender y bajará en el caso contrario.
Entonces, si el tener oro no nos
genera ningún ingreso y en cambio soporta un gasto significativo, ¿cómo puede
proteger nuestra inversión? La respuesta es que no puede. Al comprar oro
apostamos que éste va a subir porque creemos que la situación económica va a
empeorar y la gente venderá activos financieros y comprará oro. Pero podemos
equivocarnos y que ocurra justo lo contrario, con lo que perderíamos dinero.
También puede ocurrir que acertemos en nuestras previsiones y… que sigamos
perdiendo dinero. El oro cotiza en dólares y en España vivimos en euros. Si el
metal amarillo se revaloriza, pero lo hace menos que el euro con respecto al
dólar, de nada nos habría servido nuestra apuesta.
En un momento como el actual, en
el que todo va mal, estamos en recesión, el Ibex 35 se desploma, la prima de
riesgo marca mínimos históricos… ¿Cómo es posible que el oro esté prácticamente
igual que hace un año? Pues en primer lugar, porque como hemos dicho, no es un
refugio, sino un mercado altamente especulativo. En
segundo lugar no es cierto que todo vaya mal. El Standard & Poor´s 500
apenas ha caído, y en renta fija, los bonos americanos y los de los países más
sanos del euro han reducido su rentabilidad a
mínimos históricos, y los diferenciales de crédito se han estrechado.
Además, muchos inversores han decidido vender euros y libras y comprar dólares.
Por último, estamos en un mundo globalizado en el que Estados Unidos y Europa
se están quedando muy rezagados con respecto a muchos países emergentes en
cuanto a crecimiento.
La conclusión es que el oro no
aporta nada a una inversión. No sabemos si va a servir como refugio en momentos
de incertidumbre o de caída de mercados financieros, y tampoco puede asegurar
el mantenimiento de nuestro poder adquisitivo. Incurrimos en unos gastos
elevados, y además corremos un riesgo adicional por la evolución del tipo de
cambio. Podemos sacar resultados parecidos invirtiendo en oro o jugando a la
ruleta en un casino.
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